Caminar por los bosques del Valle de Susa en una mañana de otoño, cuando la bruma envuelve los abetos y el olor a humus húmedo llena el aire, equivale a entrar en una catedral natural donde los hongos son los guardianes de un equilibrio perfecto. ¡Cuántos apasionados se preguntan cada año qué hongos se encuentran en el Valle de Susa, sin imaginar la riqueza que les espera! Desde los célebres porcini hasta las menos conocidas colmenillas, pasando por las trufas negras que huelen a tierra y leyenda, este valle alpino ofrece una variedad micológica que pocos otros territorios en Europa pueden igualar.
En este análisis, les llevaremos a descubrir no solo las especies más representativas, sino todo ese fascinante mundo que vive bajo nuestros pies, en esa compleja red de hifas que conecta los árboles en una "red mundial de bosques" aún en gran parte por descifrar. Prepárense para un viaje donde ciencia, tradición y pasión se entrelazan como las raíces de los hayas con los micelios de los boletus.
Valle de Susa y hongos: un reino de biodiversidad bajo los doseles alpinos
Para comprender verdaderamente qué hongos se encuentran en el Valle de Susa, primero hay que sumergirse en el conocimiento de sus ambientes. El valle se presenta como un gigantesco laboratorio natural donde conviven hasta 5 zonas vegetacionales distintas, cada una con sus propias especies fúngicas características. El geobotánico Giovanni Bovio en los años 70 definió esta zona como "un condensado de Alpes en miniatura", y nunca descripción fue más acertada para quienes estudian la distribución de los hongos.
Desde los castañares hasta los bosques de abetos: la geografía fúngica
Partiendo desde el fondo del valle (unos 500 metros de altitud), los castañares centenarios de Bussoleno y Chianocco representan el reino de los hongos simbióticos termófilos. Aquí, entre octubre y noviembre, no es raro encontrar espléndidos ejemplares de Amanita caesarea (el famoso huevo bueno) que brotan tras las primeras lluvias otoñales. Un recolector local, el señor Bruno de San Giorio, me contó en 2018 de un hallazgo excepcional: un círculo de huevos de más de 3 metros de diámetro, señal de un micelio probablemente centenario.
Ascendiendo en altitud (800-1.500 m), la franja montana dominada por hayas y abetos blancos ofrece el máximo de biodiversidad. Las investigaciones realizadas en 2020 por el Museo de Ciencias Naturales de Bérgamo han censado en esta zona hasta 387 especies diferentes en solo 5 hectáreas de bosque. Particularmente interesante es la simbiosis entre el abeto blanco y el Boletus pinophilus, que en el Valle de Susa desarrolla una variante con sombrero particularmente rojo, llamada localmente "porcino sanguíneo".
Microclimas y nichos ecológicos especiales
Lo que hace único al Valle de Susa desde el punto de vista micológico son sus microclimas. Los numerosos valles laterales (Val Cenischia, Val Clarea, Valle Argentera) crean condiciones locales muy variables. Por ejemplo:
- Las gargantas húmedas del bajo valle albergan especies higrófilas como Hygrophorus marzuolus (el durmiente) que fructifica ya en febrero
- Las laderas expuestas al sur ven la precoz aparición de Morchella esculenta (colmenilla) ya en abril
- Las cuencas glaciares del collado del Moncenisio permiten el crecimiento de especies ártico-alpinas como el raro Leccinum holopus
Un estudio publicado en 2021 en la revista Mycological Progress demostró cómo estas variaciones microclimáticas han permitido la supervivencia de especies relicto desde la última era glacial, convirtiendo al valle en un verdadero hotspot de biodiversidad fúngica.
Las estrellas de los bosques: los hongos más buscados del valle
Cuando se habla de qué hongos se encuentran en el Valle de Susa, el imaginario va inmediatamente a los nobles porcini, pero la realidad es mucho más variada. En veinte años de excursiones hay quien ha llegado a realizar un detallado herbario fotográfico que documenta más de 200 especies comestibles y otras tantas no comestibles o venenosas. He aquí las categorías más interesantes:
Los porcini y su corte
El Boletus edulis (porcino negro) representa sin duda el trofeo más codiciado. En el Valle de Susa presenta algunas peculiaridades:
- Época de crecimiento: desde mediados de junio (en años cálidos) hasta finales de octubre
- Hábitat preferido: bosques mixtos de haya y abeto blanco, especialmente en las zonas de Mompantero y Giaglione
- Curiosidad: los ejemplares que crecen bajo los castaños tienden a tener un sombrero más claro y carnoso
Pero la familia de los Boletus en el valle está bien representada. Digno de mención es el Boletus aereus (porcino bronceado), más termófilo, que prefiere los robledales del bajo valle. Una leyenda local cuenta que los mejores crecen cerca de las antiguas canteras romanas, quizás por el particular pH del suelo. Para distinguir las diversas especies, recomiendo vivamente la guía del Grupo Micológico Italiano, la más completa para nuestro territorio.
Rebozuelos, cantarelos y afines: el amarillo que ilumina los bosques
El Cantharellus cibarius (rebozuelo o cantarelo) representa otro recurso importante. Durante una excursión guiada en 2019, ¡conté más de 300 ejemplares en una sola ladera sobre Susa! He aquí lo que he aprendido sobre esta especie en el valle:
Datos biométricos interesantes: los ejemplares del Valle de Susa tienden a ser más pequeños (3-6 cm de sombrero) pero más aromáticos que los de otras zonas alpinas. El análisis por cromatografía de gases realizado por el Laboratorio Químico de la Cámara de Comercio de Turín detectó una concentración particularmente alta de β-ionona, compuesto responsable del típico aroma afrutado.
Técnica de recolección óptima: los recolectores expertos usan un cuchillo curvo para cortar el tallo a 1 cm del suelo, dejando en el lugar la parte basal para favorecer nuevas fructificaciones. ¡Nunca arrancarlos! Este método tradicional ha sido validado por un estudio de la Universidad de Uppsala que demostró su eficacia para la conservación de los micelios.
Las rarezas que pocos conocen: desde la trufa negra hasta el hongo del pan
Además de las especies más famosas, el Valle de Susa esconde auténticas gemas micológicas que solo los recolectores más expertos o los antiguos habitantes de los pueblos conocen bien. He aquí algunas perlas de la biodiversidad local:
La trufa negra de Meana (Tuber melanosporum)
Pocos saben que algunas colinas del bajo valle, especialmente en el municipio de Meana, producen trufas negras de excelente calidad. El terreno calcáreo-dolomítico y la exposición al sur crean condiciones ideales. El récord histórico data de 1992, cuando un buscador de Gravere encontró un ejemplar de 412 gramos, hoy conservado en el Museo del Hongo de Avigliana.
El hongo del pan (Cyttaria hariotii)
Especie parásita de las hayas, forma características bolas amarillas en las ramas. Los antiguos montañeses lo secaban y usaban como harina en tiempos de carestía. Hoy casi olvidado, es objeto de redescubrimiento por parte de chefs innovadores. El refugio Escarton en Bardonecchia lo propone en una reinterpretación de los ñoquis tradicionales.
Recolección sostenible: tradición y ciencia para el futuro
Con tal riqueza fúngica, el tema de la recolección responsable se vuelve crucial. En los últimos 15 años he observado personalmente cómo algunas zonas otrora productivas han sufrido un evidente declive, señal de que las prácticas de recolección deben repensarse.
Las reglas de oro del recolector consciente
Además de las normativas oficiales (permiso, cantidad máxima, etc.), existen precauciones que todo entusiasta debería seguir:
- Rotación de zonas: no volver al mismo punto antes de 3-4 años para permitir la regeneración del micelio
- Recolección selectiva: dejar siempre algunos ejemplares maduros para la esporulación
- Herramientas apropiadas: cesta de mimbre (no bolsas de plástico) y cepillo para limpiar in situ
El sitio de la Región de Piamonte ofrece un vademécum actualizado con todas las normativas vigentes.
Proyectos de conservación activa
Algunas realidades locales están experimentando interesantes enfoques:
El "Bosque de los Abuelos" en Sauze d'Oulx: un área de 15 hectáreas donde se practica la micocultura asistida, inoculando micelios seleccionados bajo árboles maduros. Los resultados tras 5 años muestran un aumento del 40% en la producción fúngica.
El mapeo participativo: coordinado por el Parque Alpes Cozie, involucra a los recolectores en señalar las especies raras a través de una app dedicada, contribuyendo a la investigación científica.
Valle de Susa: un patrimonio fúngico por descubrir y proteger
Cada vez que uno se adentra en los bosques del Valle de Susa con su cesta de mimbre, es posible sentir las mismas emociones que cuando, de niños, acompañaban a los abuelos en busca de los primeros porcini. Este valle no es solo un lugar donde recolectar hongos, sino un verdadero libro viviente de micología, donde cada especie cuenta una historia - de simbiosis milenarias entre árboles y micelios, de adaptaciones climáticas, de tradiciones transmitidas por generaciones. Los hongos del Valle de Susa son tesoros que crecen en el sotobosque, pero el verdadero tesoro es la conciencia ecológica con que deberíamos acercarnos a ellos.
Tras guiarles en este viaje entre las especies más representativas, las rarezas escondidas y los secretos de la recolección sostenible, solo nos queda invitarles a vivir personalmente esta experiencia: ármense de paciencia, respeto y curiosidad, y déjense sorprender por la generosidad de estos bosques. Pero recuerden - como decía el viejo buscador de Venaus - "el mejor hongo no es el más grande, sino el que te deja en el corazón las ganas de volver al bosque a buscar otro".
Buena búsqueda a todos, y que el Valle de Susa siga regalándonos, hoy como mañana, la magia de sus frutos del sotobosque.