Pueblos indígenas y micología: un patrimonio de tradiciones y conocimientos

Pueblos indígenas y micología: un patrimonio de tradiciones y conocimientos

Cuando pensamos en la micología, la ciencia que estudia los hongos, nuestra mente a menudo se dirige a laboratorios modernos, microscopios y publicaciones científicas, pero nunca a los indígenas. Sin embargo, existe otro inmenso corpus de conocimientos, quizás aún más antiguo y profundamente arraigado, custodiado por los pueblos antiguos de todo el mundo. Estas comunidades, durante milenios en simbiosis con sus territorios, han desarrollado una comprensión holística y sofisticada del reino fungi, que va mucho más allá de la simple distinción entre especies comestibles y venenosas.

Su conocimiento tradicional sobre los hongos abarca la medicina, la espiritualidad, la ecología y la cultura material, representando un patrimonio inestimable y, por desgracia, cada vez más amenazado. Este artículo se propone emprender un viaje profundo a través de los continentes, para explorar la compleja y fascinante relación entre las poblaciones nativas y los hongos, revelando un mundo de sabiduría que tiene mucho que enseñar a la ciencia moderna.

 

Indígenas: un enfoque holístico del conocimiento de los hongos

Antes de adentrarnos en los ejemplos específicos, es fundamental comprender el contexto filosófico y cultural en el que se inserta el conocimiento micológico indígena. Para las comunidades nativas, los hongos no son entidades aisladas, sino componentes integrales de un ecosistema vivo e interconectado. Este enfoque holístico contrasta con la visión a menudo fragmentaria y especializada de la ciencia occidental.

El conocimiento no es solo un conjunto de datos, sino un saber práctico, espiritual y ritual, transmitido oralmente a través de las generaciones. Es una ciencia basada en la observación milenaria, en la adaptación y en un profundo respeto por la naturaleza, donde cada elemento, incluido lo humano, tiene su lugar y su función.

La percepción del hongo en el universo indígena: más que un simple organismo

Para muchas culturas indígenas, los hongos no son simplemente un alimento o una medicina. A menudo son vistos como seres espirituales, mensajeros, o como un puente entre el mundo subterráneo y la superficie. En algunas tradiciones mesoamericanas, los hongos alucinógenos, como los del género Psilocybe, son considerados "carne de los dioses", instrumentos para comunicarse con lo divino y acceder a dimensiones de conocimiento superiores. En otras culturas, los hongos son indicadores ecológicos: su presencia, ausencia o abundancia proporciona información valiosa sobre el estado de salud del bosque, la fertilidad del suelo o la llegada de determinadas estaciones. Esta percepción multidimensional transforma al hongo de objeto de estudio en sujeto activo dentro de una red de relaciones complejas, una visión que la ciencia ecológica moderna está empezando a comprender solo ahora, con conceptos como la "red micorrícica".

Métodos de transmisión del saber 

El saber sobre los hongos se preserva y transmite principalmente a través de la tradición oral. No existen manuales escritos o taxonomías formales. El aprendizaje es un proceso práctico, experiencial y social. Los niños acompañan a los adultos durante las recolecciones, aprenden a reconocer las especies observándolas, tocándolas y, a veces, probándolas bajo estricta supervisión.

Las historias, los mitos y las canciones se convierten en vehículos para memorizar características importantes, como el hábitat de crecimiento, las asociaciones con árboles específicos o los períodos de fructificación. Este sistema, aunque frágil frente a la globalización y a la desaparición de las lenguas nativas, tiene la ventaja de ser dinámico y adaptable, permitiendo que el conocimiento evolucione con los cambios ambientales.

 

Conocimientos tradicionales por continente

La relación entre indígenas y hongos se manifiesta de maneras increíblemente diversas dependiendo del ecosistema, la historia y la cultura de cada pueblo. Examinemos ahora, continente por continente, algunos de los ejemplos más significativos y documentados de este antiguo saber.

Las Américas: desde las visiones sagradas hasta las curas medicinales

El continente americano alberga una de las tradiciones micológicas más ricas y documentadas del mundo, especialmente en las regiones mesoamericanas y amazónicas.

Mesoamérica: los hongos sagrados y la comunicación con lo divino

En México, pueblos como los Mazatecos, los Mixtecos y los Zapotecos tienen una historia larga e ininterrumpida del uso de hongos psicoactivos, principalmente las especies Psilocybe mexicana y Psilocybe cubensis. Para estas comunidades, los hongos, llamados respectivamente "nti si tho" o "hianthe", no son drogas recreativas sino instrumentos sagrados de adivinación y sanación. Las ceremonias, guiadas por un chamán o una curandera, se llevan a cabo en un contexto ritual preciso, con oraciones, cantos y una intención terapéutica bien definida. El etnomicólogo R. Gordon Wasson fue el primer occidental en documentar formalmente una de estas ceremonias en los años 50, llevando a la atención del mundo académico un patrimonio cultural de valor incalculable. Además de los psicoactivos, estas poblaciones conocen y utilizan decenas de otras especies de hongos comestibles, clasificándolos en base a características morfológicas, ecológicas y organolépticas complejas.

Amazonía: una farmacopea escondida en la selva

Los cientos de tribus amazónicas poseen un conocimiento enciclopédico de la biodiversidad de la selva, incluida la fúngica. Aunque menos estudiada que la mesoamericana, la micología amazónica es predominantemente de tipo medicinal. Hongos parásitos, como los del género Ophiocordyceps (similares al famoso Cordyceps sinensis del Himalaya), son utilizados para tratar una amplia gama de dolencias. El hongo "Yanomamö", estudiado por los antropólogos, es utilizado por los homónimos pueblos para preparar un ungüento para las heridas. El principal desafío en la documentación de este saber es la rapidísima desaparición tanto de las selvas como de las culturas que las habitan.

Ejemplos de Hongos en las Tradiciones Indígenas de las Américas
Pueblo IndígenaRegiónEspecie de Hongo (Ejemplo)Uso Tradicional
MazatecoOaxaca, MéxicoPsilocybe mexicanaCeremonias chamánicas de sanación y adivinación
Pueblos NahuaMéxico CentralUstilago maydis (Huitlacoche)Comida exquisita, fuente de proteínas
Diversos pueblos andinosAndesCyttaria spp. (Pan del Indio)Comida, medicinal para trastornos gástricos
YanomamiAmazonía Brasileña/VenezolanaNo identificado (nombre local: "Yanomamö")Ungüento para la curación de heridas

 

 

Asia: tradiciones milenarias entre el Himalaya y Siberia

El continente asiático cuenta con algunas de las tradiciones micológicas más antiguas y comercialmente conocidas del mundo, donde el saber indígena a menudo se ha entrelazado con sistemas medicinales formalizados como la Medicina Tradicional China (MTC) y el Ayurveda.

El Cordyceps Sinensis y los pueblos Himalayos

Quizás el ejemplo más emblemático es el del hongo Ophiocordyceps sinensis, conocido como "Yartsa Gunbu" en tibetano ("hierba en verano, gusano en invierno"). Este hongo parásito de una oruga es desde hace siglos un pilar de la medicina tradicional tibetana y china, donde se considera un potente tónico, afrodisíaco y remedio para una multitud de enfermedades. Su recolección, en las altas praderas del Himalaya, es una actividad económica crucial para las comunidades locales como los tibetanos y los sherpa. El know-how para localizar y recolectar el Cordyceps es un saber tradicional profundamente arraigado, transmitido de generación en generación. Sin embargo, la creciente demanda global ha llevado a una sobreexplotación, planteando serias cuestiones sobre la sostenibilidad y la justa distribución de los beneficios económicos.

La Rusia siberiana y el uso de hongos alucinógenos

En Siberia, los chamanes de pueblos como los Chukchi y los Koryak han utilizado históricamente el hongo Amanita muscaria (el famoso hongo rojo con puntos blancos) para entrar en estados de trance y viajar espiritualmente. A diferencia de los hongos psilocíbicos mesoamericanos, el principio activo de la Amanita muscaria es el muscimol. Las prácticas de consumo, a menudo indirectas (como beber la orina de quien ha ingerido el hongo, donde el principio activo aún está presente pero atenuados los efectos secundarios), demuestran una profunda comprensión farmacológica experimental.

 

África, Oceanía y Europa: conocimientos sutiles y diversificados

También en África, Oceanía y en la misma Europa, las poblaciones nativas poseen un rico bagaje de conocimientos micológicos, aunque a menudo menos publicitado.

África: los Bantu y los hongos de los termiteros

En África central y meridional, pueblos de lengua bantú recolectan y consumen desde hace siglos los hongos del género Termitomyces, que crecen exclusivamente en los termiteros. Esta es una de las relaciones mutualistas más extraordinarias del mundo natural: los hongos ayudan a digerir la celulosa para las termitas, y estas, a cambio, cultivan y protegen al hongo. Las comunidades locales tienen un conocimiento detallado de qué especies son comestibles y de los períodos de recolección, integrando esta valiosa fuente proteica en su dieta.

Oceanía: los Maori y el conocimiento de los hongos bioluminiscentes

Los Maori de Nueva Zelanda, como muchas otras culturas del Pacífico, tienen una rica tradición oral que incluye referencias al mundo natural. Aunque su dieta no es históricamente rica en hongos, poseen conocimientos sobre especies específicas, incluidos los hongos bioluminiscentes, que podrían haber sido utilizados para iluminar senderos en la densa selva o en contextos rituales.

Europa: las Tradiciones Olvidadas de los Pueblos Bálticos y Escandinavos

También en Europa, antes de la estandarización del conocimiento científico, existían tradiciones micológicas locales. Los pueblos sami de Laponia utilizaban el hongo Fomitopsis officinalis (Laricifomes officinalis) como medicinal, mientras que en varias regiones bálticas y rusas, el uso de la Amanita muscaria en contextos chamánicos estaba extendido, de manera similar a Siberia. Estas tradiciones se han perdido en gran parte con la cristianización y la urbanización.

Un excelente punto de referencia para la literatura científica italiana al respecto es la Sociedad Botánica Italiana, que publica investigaciones sobre etnobotánica y, por extensión, etnomicología.

 

El impacto de la modernidad y la pérdida del saber tradicional

El patrimonio de conocimientos micológicos indígenas está hoy más que nunca en peligro. Una combinación de factores está llevando a una rápida erosión de este saber, con consecuencias potencialmente desastrosas tanto para las culturas nativas como para la ciencia global.

Amenazas al conocimiento indígena

Las principales amenazas incluyen:

  • Deforestación y pérdida de hábitat: la destrucción de las selvas tropicales, boreales y de otros ecosistemas primarios borra no solo los hongos, sino también el "laboratorio" vivo en el que los conocimientos se aprenden y aplican.
  • Globalización y homogeneización cultural: los jóvenes de las comunidades indígenas están cada vez más atraídos por los estilos de vida urbanos y globalizados, perdiendo interés por las tradiciones y las lenguas de sus antepasados. Sin la transmisión, el saber muere con los ancianos.
  • Sobreexplotación de los recursos: como se ha visto con el Cordyceps, la demanda del mercado global puede llevar a una recolección insostenible, que empobrece los recursos fúngicos y socava la base material misma del conocimiento tradicional.
  • Biopiratería: a menudo, las empresas farmacéuticas y agroalimentarias se apropian de los conocimientos tradicionales sobre los hongos (por ejemplo, sobre una especie medicinal) para desarrollar productos comerciales, sin el consentimiento de las comunidades y sin que a estas derive una compensación justa.

La biopiratería: el robo de un saber milenario

La biopiratería representa una amenaza ética y económica directa. Ocurre cuando investigadores o empresas toman muestras de hongos (o de cualquier otro organismo) de territorios indígenas, aíslan los principios activos en base a las indicaciones tradicionales, patentan el compuesto y obtienen enormes beneficios, sin reconocer ni compensar a la comunidad que proporcionó el conocimiento fundamental. Esto no solo es injusto, sino que también viola convenciones internacionales como el Protocolo de Nagoya, que regula el acceso a los recursos genéticos y el reparto de beneficios. Es fundamental que cualquier investigación que involucre conocimientos tradicionales se base en el Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI) de las comunidades involucradas.

 

Etnomicología: el puente entre el saber tradicional y la ciencia moderna

Frente a esta pérdida, nace una disciplina científica de crucial importancia: la etnomicología. Este campo de estudios, en la encrucijada entre antropología, biología y ecología, se dedica precisamente a la documentación, comprensión y conservación de los conocimientos micológicos tradicionales.

Metodologías de investigación en el campo etnomicológico

El etnomicólogo no es un simple recolector de muestras. Su trabajo es profundamente interdisciplinario y requiere un enfoque ético y respetuoso. Las metodologías incluyen:

  • Entrevistas estructuradas y no estructuradas: diálogos con los ancianos, los curanderos, los chamanes y los recolectores para recopilar información sobre nombres, usos y propiedades de los hongos.
  • Excursiones guiadas: acompañar a los recolectores locales durante las salidas, para observar directamente los métodos de identificación y recolección y para coleccionar muestras voucher, que luego se secarán y depositarán en un herbario para la identificación científica.
  • Análisis taxonómico y fito-químico: identificar las especies recolectadas usando técnicas de biología molecular (código de barras de ADN) y analizar sus componentes químicos para validar científicamente los usos tradicionales (por ejemplo, la actividad antibiótica o antitumoral).

Esta investigación tiene un doble objetivo: por un lado, salvar un patrimonio cultural único del olvido; por otro, proporcionar a la ciencia moderna indicaciones valiosas para el descubrimiento de nuevos fármacos, enzimas industriales o especies comestibles. La selva tropical, por ejemplo, es un inmenso reservorio de diversidad fúngica aún inexplorada, y los conocimientos indígenas son el mapa para orientarse en este laberinto de biodiversidad.

 

Indígenas: una posible colaboración en el respeto de las tribus

El viaje a través de los conocimientos micológicos de los indígenas nos revela un mundo de profundidad y complejidad inesperadas. No se trata de un conjunto de "creencias" folclóricas, sino de verdaderos sistemas de conocimiento, fruto de milenios de observación, experimentación y adaptación. Este saber nos enseña que los hongos son mucho más que un simple ingrediente o un organismo para clasificar: son socios ecológicos fundamentales, poderosos aliados para la salud y poderosas herramientas para explorar la conciencia humana.

El desafío para el futuro es el de construir un puente duradero y respetuoso entre el saber tradicional y la ciencia moderna. Debemos pasar de un modelo de extracción a un modelo de colaboración, donde las comunidades indígenas no sean solo "proveedoras de información", sino socios en igualdad de condiciones en la investigación, en la conservación y en la gestión sostenible de los recursos fúngicos de nuestro planeta. Proteger su conocimiento no significa solo preservar el pasado, sino asegurar un futuro más rico, sostenible y consciente para toda la humanidad.

 

 

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